Mi nombre es Isela Olvera Ocaña. Nací en Tlalpujahua, Michoacán, y quiero compartir un poco de mi historia para que me conozcan mejor.

Desde muy pequeña sentía que no encajaba del todo. No era muy sociable y me percibía diferente a las demás niñas de mi edad. Podía captar cosas que otros no veían. Durante la adolescencia comencé a tener sueños y visiones, pero no era fácil hablar de ello por miedo al «qué dirán», así que decidí guardarlo todo para mí.
En esos sueños, seres de luz me guiaban y me mostraban que somos energía, que todo en el universo está conectado, y que la vida se trata de ser feliz, de abrir la mente, la conciencia y de creer en lo invisible. Entendí que somos mucho más que un cuerpo: somos almas.

Durante muchos años bloqueé esta parte de mí. El ritmo acelerado de la vida —entre estudios, trabajo y familia— me llevó a desconectarme. Sin embargo, una enfermedad en mi columna me obligó a detenerme. Esa dolencia fue un llamado para mirar hacia adentro, para ver todo lo que mi cuerpo cargaba y no podía soltar. Gracias a muchos libros que llegaron a mis manos, comencé a liberar emociones atrapadas.

Tenía una cirugía programada en 2003, pero los médicos no me garantizaban que podría volver a caminar. Decidí no operarme. Con fe en Dios y la guía de seres de luz, emprendí un camino de sanación. Paso a paso, fui despertando. Fueron años difíciles, pero salí adelante. Hoy camino, subo, bajo, bailo… y el dolor se ha ido. Aprendí a amarme y a trabajar mi autoestima por encima de todo.

A partir del 2012, las energías comenzaron a cambiar. Mis sueños se intensificaron. Viajaba al pasado y al futuro, y escribía cada experiencia. En uno de esos sueños, les dije a los seres de luz: «Quiero ir a casa», y me respondieron: «¿Cómo sabes que no estás ya en ella?»
Comprendí entonces que todos somos viajeros, que hemos estado en muchos lugares y vidas. Como yo, hay muchas almas que están despertando, cada vez más receptivas a estas nuevas energías. Esto está ocurriendo a nivel mundial.

Isela Olvera Ocaña